miércoles, 7 de diciembre de 2016

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''Nadie nace siendo sacerdote, religioso o religiosa; sin embargo todos somos escogidos desde el vientre materno para una misión especifica''


¿Que es vocación?

La palabra Vocación, etimológicamente viene del latín “vocare”, que quiere decir llamada.La vocación no es algo que tu inventas; es algo que tu encuentras. No es el plan que tu tienes para tu vida sino el proyecto que Jesús te propone y te invita a realizar. No es una decisión que tu tomas sino una llamada a la que respondes.



Tipos de vocaciones dentro de la Iglesia Católica

Vocación Matrimonial: 
El matrimonio es una de la formas de seguimiento e imitación de Cristo. Instituido por Dios y elevado por Cristo a sacramento de la Nueva Ley, es una verdadera vocación sobrenatural que responde admirablemente a perpetuar la condición humana. «El matrimonio —escribe a este propósito el Beato Josemaría Escrivá de Balaguer— no es, para un cristiano, una simple institución social, ni mucho menos un remedio para las debilidades humanas: es una auténtica vocación sobrenatural. Sacramento grande en Cristo y en la Iglesia, dice San Pablo (Ef 5, 32), y, a la vez e inseparablemente, contrato que un hombre y una mujer hacen para siempre, porque —queramos o no— el matrimonio instituido por Jesucristo es indisoluble: signo sagrado que santifica, acción de Jesús, que invade el alma de los que se casan y les invita a seguirle, transformando toda la vida matrimonial en un andar divino en la tierra»

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Vocacion a la vida religiosa consagrada: 
Todos los católicos estamos llamados al seguimiento de Cristo. Por el bautismo nos hacemos Hijos de Dios, Hermanos de Jesucristo y Templos vivos del Espíritu Santo. Por lo tanto, la vida de los católicos, si quieren ser fieles y coherentes con su bautismo no puede ser la misma que la de una persona no bautizada. La imitación de Cristo será la tarea fundamental en su vida.


Sin embargo, hay personas que por una invitación especial de Dios, bajo una moción del Espíritu Santo, se proponen seguir más de cerca a Cristo, entregarse a Dios amado por encima de todo y procurar que toda su vida esté al servicio del Reino. Esto es lo que se llama en la Iglesia católica, la vida consagrada.
Las personas que asumen libremente el llamamiento a la vida consagrada viven los así llamados consejos evangélicos, por amor al Reino de los cielos. Los consejos evangélicos son la pobreza, la castidad y la obediencia. Se les llama consejos evangélicos porque fueron predicados por Cristo en el evangelio y aparecen como una invitación para seguir más de cerca el camino que Él recorrió en su vida. Si bien todos los católicos estamos llamados a vivir estos tres consejos, la persona consagrada lo hace como una manera de vivir una consagración “más íntima” a Dios, motivado siempre por dar mayor gloria a Dios. La pobreza es el desprendimiento de todo lo creado para utilizarlo de forma que pueda dar mayor gloria a Dios. La castidad es lograr que toda nuestra persona: inteligencia, voluntad, afectos y cuerpo estén dominados por nosotros mismos. Y por último, la obediencia, es el sometimiento de la voluntad propia a la voluntad de Dios, a través de los superiores legítimos, representantes de Cristo para el alma consagrada.

Consagraciones religiosas: Existen congregaciones religiosas masculinas o femeninas: en las primeras puede haber sacerdotes y hermanos viviendo la mayoría en comunidad, aunque algunos pueden servir a alguna comunidad laica especifica pueden tener permiso para vivir solos o compartiendo con miembros de otra congregación. Deben hacer votos de pobreza, castidad y obediencia con el fin de seguir a Jesús y dedicarse totalmente a su misión.
Las congregaciones pueden ser de vida activa o de vida contemplativa: las primeras se dedican a apostolados diversos en la provincia a la que pertenecen o en misiones en países extranjeros pudiendo ser su ministerio en el interior de la Iglesia como evangelistas y catequistas  en la sociedad atendiendo enfermos, pobres, presos, etc.
En cambio en las congregaciones de vida contemplativa meditan y viven la palabra de Dios con gran intensidad, convirtiéndose en fuente de gracias para el resto de la Iglesia.

Vida religiosa femenina:
Es el momento de discernimiento que experimenta la joven, hasta que decide entregar su vida a tiempo completo a vivir como vivió Jesucristo: en pobreza, castidad y obediencia. Cuando da el primer paso de decidirse por esta vida, realiza ciertas etapas que la ayudaran a descubrir si en realidad esto es lo que quiere para su vida:

Postulantado. Es una etapa en la que se vive en una comunidad, compartiendo su vida y su misión apostólica. Se trata de un tiempo en el que se va descubriendo la vida de oración, la vida fraterna y la misión propia de las hermanas. Se trata de vivir, compartir e ir vislumbrando si tu opción se va asentando y tomando fuerza. También hay un espacio importante para la formación y el acompañamiento. Se trabajan temas fundamentales que ayudan a profundizar en la fe, a ser conscientes de todo lo que vamos viviendo y a elegir vivirlo teniendo como centro a Cristo. Su duración oscila entre un año o dos, dependiendo de la persona.

     Noviciado. Se trata de un tiempo de dos años en los que todo nuestro esfuerzo se concentra en ‘dejar a Dios’ que ponga los cimientos de nuestra vida entera: vivir con Él, como Él, hasta el final. Ello nos pide -como quien construye un edificio - quitar todo aquello que suponga un obstáculo en esos fundamentos. Es una etapa exigente y bien concentrada, en la cual dejamos de realizar actividades que podrían distraernos de cuanto hemos explicado. Dedicamos este tiempo a:

o   la vida de oración personal y comunitaria, que lleva a una adhesión cada vez mayor a la persona de Jesucristo, y a hallar en la fe compartida un importante impulso en tu vocación. 

o   el conocimiento de las Constituciones de nuestra Congregación que nos muestran el estilo de vida de las hermanas 

o   La vida comunitaria y el desarrollo de valores cada vez más evangélicos en nuestras relaciones y tareas cotidianas.

Es una comunidad donde conviven fraternamente las novicias junto a varias hermanas que colaboran en la formación y acompañamiento de las jóvenes. Además, se realizan estudios y actividades fuera del Noviciado lo cual comporta una gran riqueza para ellas. 

Profesión temporal. Terminado el tiempo de noviciado, que dura dos años, viene el momento esencial de este camino. Libremente eligen vivir como Aquél que las eligió. Eligen dedicar su vida a su servicio en nuestros hermanos más necesitados. Y lo proclamamos públicamente, ante la Iglesia y ante testigos, en una celebración eucarística. En la profesión temporal leemos la fórmula que contiene estos deseos ante la representante de nuestra familia religiosa: ella nos acoge con alegría como hermanas. Profesamos los votos religiosos (pobreza, castidad y obediencia) por un año, renovándolos cada año, en esa misma fecha. Poco a poco vamos haciendo esta entrega más consciente y libre; más humilde y confiada en manos del Señor, que nos da la capacidad de responderle. Así, después de seis años de profesión temporal optamos por firmar nuestro compromiso definitivo, nuestro AMÉN.



  Profesión perpetua: Cumplido un tiempo de la profesión temporal se hacen públicamente los votos para toda la vida.

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